[ pintura_sobre_tela ] |
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Variadas son las razones por las cuales resulta tarea nada sencilla dar comienzo a un discurso que procura esbozar algunas cuestiones acerca de esta serie.
Sin embargo, dichos motivos poco tienen que ver con un desconocimiento acerca del trabajo del artista.
Mas bien, la dificultad radica en la inexistencia de un eje primero o de una temática trascendental, a través de la cual se mueva la obra.
Señalar, entonces, el carácter de diversidad que nos ofrece la misma y admitir la presencia de potenciales puntos de partida para poder plantearla, no se torna un acto desacertado.
Muy por el contrario, hace viable pensarla como una especie de multiple choice, haciendo la salvedad, claro, que la multiplicidad de opciones quedan todas, aquí, habilitadas a la hora de adoptar alguna de ellas.
Nuevamente, cabe interrogarse, entonces, acerca del modo de comenzar un texto que trata sobre una obra que es la perfecta metáfora de un carrusel en continuo movimiento.
Es decir, en donde las posibilidades de elección son plurales y el abordaje a la calesita -en cualquier momento y lugar- es factible debido a la ausencia de entradas y salidas predeterminadas.
Por ende, mejor aún es preguntarse cómo dar inicio a la escritura de algo, , que en realidad, carece de tal.
Quizás sea entonces más propicio hablar de indicio antes que de inicio. No obstante, el texto ya ha sido iniciado -entendiendo el término más que como un origen originario, una apertura que permite penetrar la obra-.
Aunque esto suene irrisorio, no son los elementos visiblemente presentes los que impulsan la construcción de este discurso.
Mas bien, se parte de un lugar otro, que va más allá de la obra en sí, del autor y del espectador. Este lugar es el de lo no explícito, el de lo no obvio, el de la falta.
Es decir que la carencia se configura como el sitio a partir del cual es posible imaginar una obra distinta, anulando de hecho toda validez de ser y verdad propuestos por la filosofía metafísica; y habilitando de este modo, un espacio para el juego entre significantes e interpretaciones.
¿que sucedería, entonces, si alguna de las siluetas zoo-mórficas saltase escapando del cerco que la contiene hacia la inmensidad del lienzo ?
¿qué ocurriría si ambas abandonasen la tela dejando sólo sus huellas?
O en todo caso... ¿Qué acontecería si estos personajes fugasen con otro de su misma especie?
¿Es posible, pues, imaginar a Narciso sin su estanque o a Apolo sin Dioniso?
Arriba, abajo; abajo, arriba y viceversa, dichos animalejos -que se instalan en el campo de lo tautológico- ocupan un espacio de perpetua conmutación, permitiendo la plasmación de analogías que, a su vez, ponen en evidencia la relación existente entre sintaxis y semántica...¿ Donde empieza el terreno de uno y termina el del otro ?
Casi como una reminiscencia malevicheana -si es que se permite la expresión-...
¿ Dónde finaliza el cerco blanco para dar paso a la blancura de la tela ?
Nuevamente, el dilema del límite, tan incierto y débil como imperceptible; tan ficticio como real, en tanto simulacro.
¿ Qué acaece con la obra después de la obra, con lo imaginado y con lo visible? Otra vez, el tema de la carencia.
En consecuencia, sobre esto puede decirse que: proyectarse hacia delante, recreando una nueva propuesta se torna, entonces, tan lícito como remontarse hacia atrás recuperando ciertas problemáticas expresadas por el artista en obras anteriores -la autoridad de la autoría, la crisis de la praxis pictórica, etc.-; situación que implica la fuerte persistencia de un pensamiento serial.
Precisamente, es en este permanente ir y venir donde se afirma la ausencia de centro inalterable a favor del surgimiento de un espacio simbólico susceptible de sucesivas sustituciones.
Por lo tanto, de igual modo que ocurre con el correcaminos -sobre el
cual escribe en su texto el arte del coyote-, cada
obra-fragmento se constituye, más que en una fijeza
irremplazable, en una función intercambiable; convirtiéndose en una especie de jocker o casilla vacía que circula a lo largo de toda su producción.
Sin embargo, enfrentarse a la obra de Echen, no sólo significa asumir la sucesión de hechos que se concatenan unos con otros en un mismo tiempo y espacio sino que también implica verla como mera posibilidad, ya que se trata de una superposición continua sin epicentro y de suplementos suplementados, donde deja plasmada la certeza de la incertidumbre.
yanina bossus